Cierta vez una anciana, tenía una huerta que era victima de daños diariamente. La señora, incomoda por tanto mal, decidió poner una trampa.
Al día siguiente en horas de la noche cayo un Conejo, y lamentándose de su estado se dijo:
"Cielos, ahora seré presa fácil para la anciana que tiene un horrible carácter. Quien sabe que me hará. Quizás hará conmigo estofado."
Al poco rato pasó un Zorro, y viendo al Conejo, le dijo en tono de risa:
"Hola amigo conejo, ¿que le sucedió?"
"Nada interesante, solo que la Anciana busca marido para su hija y ha puesto esta trampa. Bueno, he caído pero la verdad es que no quiero casarme. Dime, ¿te gustaría ocupar mi lugar? la hija es muy bella."
El Zorro se quedó pensando un ratito y dijo:
"Bueno, tiene bastantes gallinas. Lo haré."
Y sin mucha demora, soltó al conejo que rápidamente se fue, y se puso en la trampa. Al poco rato, salió la anciana de su casa y fue a ver en las trampas. Al ver al Zorro dijo:
"¡¡Aja!!, ¡con que tu eras!" - Dio la vuelta y regresó a su casa.
El Zorro mientras tanto se decía:
"Que bien, de seguro fue por su Hija para casarnos."
Sin embargo, al rato vino la anciana con un fierro caliente, y el Zorro pensando que era para amenazarlo con el fin de que acepte a la fuerza casarse con su hija dijo:
"¡No, no por favor! ¡Sí me caso con su hija! ¡Sí me caso con su hija!"
La anciana muy molesta castigó al Zorro y al mismo tiempo le decia:
"¿Con qué eso quieres verdad? ¡Toma esto y esto!, ¡te comiste mi gallina, destrozaste mi huerta y encima quieres casarte con mi hija??!!... ¡toma, toma!"
La hija de la anciana apareció al poco rato de oír el alboroto hecho por su madre, y al verla en "acción", se puso a reír por lo que pasaba. Cuando el fierro se enfrió, la anciana soltó al Zorro, luego le dijo:
"Ojala hayas aprendido la lección y jamás vuelvas."
El Zorro muy adolorido e indignado dijo:
"Quien no va volver más será el Conejo." - Y se fue todo dolido y desaliñado.