Hace mucho, vivía un pobre Leñador que se ganaba la vida arduamente con la ayuda de su vieja Hacha. Un día al regresar a su casa, pasó por un puente sobre un rio y tras un leve tropiezo se le cayó su Hacha.
Muy triste se lamentaba:
"No puede ser, y ahora ¿cómo me ganaré la vida?"
Mientras en su tristeza pensaba el Leñador, tras unos instantes apareció de las aguas una bella Hada, y acercándose a él le dijo:
"Buen hombre, ¿que te sucede?"
"Oh señorita..." - Respondió el Leñador - "Mi único sustento para trabajar y mantenerme se ha caído sobre estas aguas y no sé cómo recuperarla."
"No te preocupes buen hombre..." - Dijo la Hada - "Te ayudaré e iré por ella."
De inmediato, la Hada se sumergió en el rio y tras unos segundos, regresó con una bella Hacha de Oro.
"¿Es ésta tu Hacha Leñador?" - Dijo la Hada.
"No, no lo es." - Respondió el Leñador y tras esto, el Hada nuevamente se sumergió en el Rio. A los pocos segundos retornó nuevamente y trajo otra Hacha pero esta vez de Plata.
El Leñador nuevamente dijo que no era suya, luego la Hada se sumergió nuevamente. Tras esto, salió y mostró al Leñador una Hacha vieja y de hierro.
"¿Es ésta tu hacha Leñador?" - Dijo la Hada.
"¡Si!. Gracias, muchas gracias... Esa si es mi Hacha." - Dijo con mucha alegría el Leñador.
"Por haberme demostrado tu gran honradez y humildad Leñador..." - Dijo la Hada - "Te mereces las Hachas de Oro y Plata que traje anteriormente."
El Leñador agradeció nuevamente, puso las Hachas en su saco y luego se retiró al igual que la Hada.
De camino a su hogar, el Leñador se encontró con un Vecino, y tras entablar conversación, le contó sobre lo que le había sucedido. El Vecino que era una persona que no le gustaba trabajar mas si lo fácil, sintió codicia y de inmediato fue a aquel rio con un Hacha vieja para probar suerte. Una vez ahí, fingió que se le cayó su Hacha y se puso a llorar pacientemente.
Tras un rato apreció la Hada y le preguntó por qué estaba triste. Él entre lagrimas le respondió que se le había caído su Hacha en el rio. El Hada se sumergió y tras unos segundos apareció con un Hacha de Oro, luego le dijo:
"¿Es esta tu hacha Leñador?"
"¡Sí! ¡esa es mía!" – gritó el Hombre muy eufórico extendiendo sus manos para cogerla.
"¡Mentira!" - Dijo la Hada - "Ésta es mi Hacha. Si deseas la tuya, recuperala zambulléndote como yo hasta el fondo del rio."
Luego de esto, la Hada desapareció entre las aguas del río. El Hombre codicioso, se quedó sin Hacha y sin tesoro.