Hace mucho tiempo, un viejo molinero tenia tres hijos, y acercándose la hora de su muerte, los convocó para decirles sus ultimas palabras:
"Hijos míos, quiero darles lo poco que tengo antes de morirme. Al mayor, le dejo mi Molino. Al Segundo, le dejaré mi Burro. A ti, el menor de todos, te dejaré lo ultimo que tengo. Mi Gato."
Si más que decir, el hombre falleció.
Cuando los hijos volvieron a sus hogares con sus herencias, los dos hermanos mayores se pusieron manos a la obra y empezaron a sacarles provecho a su nueva fortuna, sin embargo, el hijo menor sólo en su hogar pensaba y pensaba que hacer con su Gato. Inquieto y desalentado por su suerte se dijo:
"Cielos, que mala suerte la mía. Mi hermano mayor logrará mucho con su molino, al igual mi otro hermano con su burro, que podrá llevar cosas; en cambio yo, ¿qué voy a hacer con Gato? ¿sacrificarlo para usar su piel?"
"Vamos amigo no te pongas negativo." - Dijo una voz suave.
"¡¿Quien dijo eso?!" - Respondió el menor de los hijos.
"Primero que nada no te asustes, ni mucho menos pienses sacrificarme para usar mi piel. Soy tu Gato y tu amigo fiel. Ayúdame y te ayudaré. Solo dame un par de botas, un sombrero, un cinturón, una espada y empezaré mi labor."
El chico, se asombró tanto que su Gato hablara con gracia, y sin pensarlo mucho, trajo al Zapatero para que tome medidas de sus patitas para confeccionarle un par de Botas, luego, busco en una tienda lo restante que le pidió.
Mucho mas tarde, las Botas llegaron, y así, el Gato se las puso, después, tomó el sombrero, el cinturón y su espada y modeló. Sintiéndose ya cómodo y listo, el Gato buscó un saco y lo llenó de granos, luego puso una cuerda en la boca de este para poder cerrarlo. Echando el saco a su espalda, el Gato salió por la Puerta caminando sobre sus dos patas, como si fuera una persona.
En aquel tiempo, se decía que el Rey de ese país, gustaba mucho de comer perdices, pero debido a que son difícil de encontrar era imposible encontrarlas en los mercados. Así que el Gato con Botas, decidió ir al bosque en busca de ellas usando sus instintos felinos. Cuando llegó, abrió su saco, esparció por dentro de este el grano y la cuerda, la colocó sobre la hierba escondiéndola para usarla como trampa. Teniendo listo esto, el Gato se escondió y esperó pacientemente. Al poco rato, llegaron muchas perdices atraídas por el aroma del grano de maíz, como eran tantas, ellas se empujaban metiéndose en el saco hasta llenarlo. Cuando el Gato vio la cantidad suficiente de perdices dentro del saco, tiró de la cuerda cerrándolo y luego, se dirigió hacia el palacio del Rey.
Cuando el Gato, llegó a la puerta principal del Castillo del Rey, uno de los guardias le dijo:
"¡Alto ahí! ¿Adónde crees que vas Gato?"
"Buenos días Caballero. Voy a ver al Rey para darle un valioso presente de parte de mi amo." - Dijo el Gato.
"¿Que?, ¿acaso estás loco?, ¡Un Gato a ver al Rey!" - Respondió el Guardia.
"Espera, mejor deja que vaya." - dijo otro Guardia - "El Rey casi siempre se aburre, y quizás este Gato lo entretenga con alguno de sus maullidos o ronroneos."
El Gato, pasó, y en cuestión de segundos, llegó al trono del Rey. Cuando lo vio, hizo una reverencia y dijo:
"Buenos días Majestad. Mi señor, el Marqués de Carabás, me ha enviado para darle a sus distinguida persona un regalo que de seguro le encantará. Es un saco lleno de las más selectas, gordas y deliciosas perdices. Ojalá, sea de vuestro agrado."
El Rey al ver el saco con las perdices, se maravilló tanto al recibir uno de sus más exquisitos manjares que muy agradecido ordenó que metieran en el saco del gato, todo el oro que este pudiera llevar. Luego dijo:
"Honorable Gato. Lleva esto a tu señor, y dale las gracias de mi parte por su magnifico regalo."
Al poco rato, el Gato partió a la casa de su Amo.
Mientras tanto, el hijo menor del molinero quien estaba en su casa sentado cerca a la ventana, pensaba sobre si había hecho bien en gastar lo último de su dinero en las Botas y demás cosas que le pidió el Gato, y dudaba, si éste seria capaz de devolverle algo de valor a cambio. Derrepente, llegó el Gato, puso el saco en el piso y esparció el oro mostrándolo a su amo.
"Mi amo. Aquí tiene algo como retribución a cambio de las cosas que me compró. Ah, por cierto, el Rey le envía sus saludos."
El chico, se sorprendió mucho por todo el oro que trajo el Gato, y más, por el saludo que le envió el mismísimo Rey. El Gato sin mucha demora, contó todo lo sucedido a su Amo mientras se quitaba las botas. Luego le dijo:
"Bien mi Amo. Ahora ya tienes el dinero suficiente para vivir buen tiempo, sin embargo, le recuerdo que esto aun no termina. Mañana me pondré nuevamente mis botas, y lo haré aún más rico. Por cierto, le dije al Rey que usted era un Márquez."
El Chico, estuvo pensando sobre lo de ser un Márquez, pero no dijo nada, mas sólo confió en la palabra de su fiel Gato.
Al día siguiente, el Gato con Botas, salió de caza y llevó al Rey buenas piezas. Conforme pasaban los días, el Gato llevaba oro y más oro a casa de su Amo. El Rey llegó a apreciar tanto al Gato, que lo dejaba entrar, salir y andar por palacio como él quisiera.
Un día, cuando el Gato estaba en la cocina del Rey calentándose junto al horno, hasta que llegó el cochero renegando y decía:
"¡Que molesto es el Rey y la Princesa!, ¡justo cuando iba ir a la taberna a beber algo y a jugar cartas, tengo que llevarlos de paseo al lago!. ¡Vaya suerte la mía!."
Cuando el Gato oyó eso, tuvo una idea, y se fue de inmediato a casa.
Cuando llegó, le dijo a su Amo:
"Amo, tengo una gran idea. Si desea convertirse en un verdadero Márquez y ser muy rico, venga conmigo hacia el lago y báñese ahí."
El chico dudoso, no entendía que sucedía, pero confiado en su Gato, lo siguió. Cuando llegaron al lago, el Gato dijo a su Amo que se desnude por completo y que se tire al agua. Cuando el chico lo hizo, el Gato tomó la ropa, se la llevó y la escondió, luego, fue donde el Rey que estaba en su coche de paseo, y con tono de lamento y gran pesar gritó:
"¡Oh su majestad!, ¡trágicas noticias!, ¡mi Amo fue victima de un robo cerca del lago, y lo han dejado sin sus pertenencias y encima, lo han arrojaron al rio desnudo!, ¡si sigue por mucho tiempo ahí, se resfriará y morirá!"
El Rey al oír eso, ordeno a uno de sus ciervos ir a toda prisa a buscar sus ropas más finas para que se las ponga al Amo del Gato, mientras tanto ellos fueron al rescate de este.
Cuando todos llegaron, y rescataron al "Márquez de Carabás", el Rey preguntó al Márquez, donde quedaba su palacio, pero el Chico al no saber que responder el Gato se interpuso señalando y diciendo:
"Mi Rey, el hogar de mi Amo está por allá muy lejos, siganme, yo les llevaré."
Dicho esto, el Gato salio corriendo muy por delante de ellos. Mientras tanto, el Rey pidió al Márquez que siente a su lado. La Princesa no dijo mucho, mas bien, se sentía atraída por el Joven Márquez.
El Gato por su parte, llegó a un gran prado donde había más de cien personas recogiendo heno. Se acercó y les preguntó:
"¡Hola amigos!, díganme ¿de quién es este enorme y bello prado?"
"Todo esto le pertenece al Gran Mago amigo Gato." - Respondió un campesino.
"Ya veo. Escuchen amigos. El Rey pasará pronto por aquí, cuando les pregunte de quién es este prado, contesten que pertenece al Márquez de Carabás. Si no lo hacen... perecerán."
Los campesinos, al ver un Gato con Botas hablándoles, creyeron que era un espíritu o algo, así que para evitarse problemas aceptaron.
El Gato continuo su camino corriendo muy rápidamente. Al poco rato, llegó al palacio del Mago. Entró como pudo y se presentó ante él. El Mago indignado por la visita del intruso, lo miró con desprecio y le preguntó qué quería. El Gato, hizo una reverencia y dijo:
"Oh, gran Mago. He oído decir que sois tan poderoso, que puede convertirse a vuestro antojo en cualquier animal. Si es en un perro, zorro o un lobo, puedo creérmelo, pero, en un elefante, me parece totalmente irrelevante, y por eso, he venido ante su gran persona para convencerme por mí mismo."
El Mago dijo orgulloso:
"Jaja... Que tonterías. Eso para mí no es gran cosa."
Y sin gran demora, el Mago se transformó en un elefante."
"¡Cielos!, usted es sorprendente mi señor." - Dijo el Gato con cara de asombro - "Pero, ¿podrá también transformarse en un león?"
"Claro que si. Eso tampoco es impedimento para mí." - dijo el Mago que de inmediato se convirtió en un león.
El Gato con cara de sorpresa dijo:
"¡Oh!, fantástico mi señor, usted es maravilloso. Inaudito. Eso no me lo hubiera imaginado ni en mis sueños. Pero, aún estoy incrédulo de algo, ya que se transformo en animales enormes, me preguntaba si usted seria capaz de transformarse en un animal tan pequeño, como un ratón. Bueno, creo que usted puede hacer más cosas que cualquier otro Mago del mundo, pero, convertirse en un ratón, eso sí que será imposible para usted."
El Mago al oír aquellas palabras de halago y de reto, se puso muy amable y dijo:
"Claro pequeño Gato, pero no es imposible eso para mi. Observa y verás."
Dicho y hecho, en cuestión de segundos, el mago se transformó en un ratón.
El Gato de inmediato atrapó en el acto al Mago convertido en ratón, y mirándolo fijamente, saboreándolo, se preparaba para engullirlo. El Mago quien de miedo no podía volver a su forma original solo le quedo pedir ayuda, pero todo fue en vano. El Gato sin mucha demora, lo devoró.
Mientras tanto, el Rey, continuaba su paseo con el Márquez y la Princesa hasta que de pronto, llegaron al prado donde paso el Gato con Botas. El Rey curioso por dicho lugar, preguntó a un campesino que trabajaba en el Prado:
"Buenos días buen hombre, dígame ¿a quien pertenece todo este Prado?"
El Campesino respondió:
"¡Del gran Márquez de Carabás majestad!"
El Rey fascinando por tal lugar, dijo al Márquez:
"Oh... Eres un hombre muy rico estimado Márquez. No creo tener un prado tan grande y magnífico como éste."
El Márquez solo ascendió la cabeza tímidamente, hasta que de pronto, llegaron al palacio del Mago, y quien los recibió, fue el Gato con Botas. Cuando la carroza se detuvo, bajó corriendo de un salto abrió las puertas y dijo:
"Mi Rey, bienvenido sea al palacio de mi Señor el Márquez de Carabás, a quien su persona hace honor infinito y felicidad a la vida de mi Señor."
El Rey bajo y se quedó maravillado por tal magnífico castillo, que era casi tan grande y más hermoso como el suyo propio. El Márquez por su parte, llevo a la Princesa hacia las escaleras para ir al salón, que deslumbraba por completo de oro y piedras preciosas.
Pasado el tiempo, la Princesa se comprometió en matrimonio con el Márquez, y el Gato con Botas, se convirtió en primer ministro del reino. Juntos en su nueva vida, vivieron felices para siempre.
FIN |